Conversación con Monseñor Miguel Fritz, obispo del Vicariato Apostólico del Pilcomayo, tras su participación en la misa del tercer día de la novena de Nuestra Señora de Caacupé. En su homilía, el obispo abordó con firmeza temas sensibles como los desalojos de comunidades indígenas, la deforestación en el Chaco, la situación de los jóvenes originarios y la necesidad de proteger la “casa común”.
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© Basílica Santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé – Departamento de comunicaciones
Una homilía preparada y necesaria
Monseñor Fritz explicó que para la celebración en Caacupé prepara por escrito su homilía, aunque luego la complemente espontáneamente. “Es importante tener el texto, porque a veces citan de manera incorrecta. Así puedo decir: ‘esto dije, esto no’”, señaló.
El eje propuesto para la Novena es “el bien común”, y desde esa base el obispo estructuró su mensaje. “La lectura de Isaías habla de la casa como un símbolo de paz y justicia. Pero para tener casa, no se puede estar expulsando a la gente”, afirmó.
Desalojos: un reclamo que se repite año tras año
El obispo lamentó que la problemática de los desalojos vuelva a ser tema central. “Estoy cansado de repetir lo mismo. Todos los años tenemos nuevos casos. Este año fueron tres comunidades indígenas desalojadas, además de campesinos”, expresó.
También denunció las irregularidades en certificaciones de tierras, un fenómeno que –dijo– afecta directamente a los pueblos originarios.
Deforestación en el Chaco: una amenaza que avanza
El Vicariato Apostólico del Pilcomayo recibe constantemente reportes sobre el avance de la deforestación. Monseñor Fritz compartió una cifra alarmante: 286.000 hectáreas deforestadas en los últimos cinco años solo en el distrito de Mariscal Estigarribia.
“Vivimos ahí y vemos cada día los camiones cargados de rollos, leña y carbón. Es impresionante. No quiero creer que sea imparable, pero sigue avanzando porque cuenta con el apoyo de instituciones políticas”, alertó.
La preocupación por los jóvenes indígenas
En su homilía, Fritz dirigió un mensaje especial a los jóvenes originarios, algo que nunca había hecho de forma tan directa. Explicó que observa una generación “que intenta desprenderse de su cultura y su realidad”, lo que conduce inevitablemente a la frustración.
“No hay otra opción que asumir positivamente lo que somos. La cultura es un regalo de Dios”, afirmó. Instó a valorar las raíces, corregir las sombras que existen en toda cultura y fortalecer los valores comunitarios.
Una fe profunda que mueve a miles
El obispo destacó la masiva presencia indígena en Caacupé. Solo desde Filadelfia, señaló, 42 de los 57 colectivos que salieron del Vicariato provenían de esa ciudad.
“Cada colectivo cuesta millones de guaraníes. Es un sacrificio enorme. Pero vienen porque aman a la Virgen. Es una fe profunda y sincera”, resaltó.
El aporte indígena al desarrollo del Chaco
Ante una consulta de un oyente, Monseñor Fritz detalló la relación entre indígenas, paraguayos y colonias menonitas. Recordó que los pueblos originarios son los habitantes milenarios del Chaco y poseen un conocimiento ancestral del suelo y el clima.
Sobre el sistema cooperativo menonita, destacó su eficiencia, pero subrayó un punto clave: “Mucho de lo que tienen es gracias al trabajo indígena. En Filadelfia, la mayoría de los indígenas son mano de obra para ellos y aportan mucho a su producción.”
Un Chaco que sorprende con su verde
Finalmente, desde la ruta Transchaco, Monseñor Fritz mencionó que este año el paisaje luce inusualmente verde: “No hubo un solo mes sin lluvia. Es algo extraordinario”.
Monseñor Miguel Fritz continúa siendo una de las voces más claras y críticas sobre la realidad del Chaco, especialmente en lo referente a los pueblos indígenas y al cuidado del ambiente. Su homilía en Caacupé volvió a poner sobre la mesa temas que –según él mismo afirma– “no pueden seguir callándose”.



