La ingeniera civil Soledad Nuñez conversó sobre urbanismo y planificación urbana, y profundizó la situación crítica que atraviesa Asunción, capital del Paraguay. Su mirada expone los desafíos que enfrenta la ciudad en términos de acceso a la vivienda, planificación urbana y calidad de vida. Una entrevista realizada por la Gladis Fisher en el programa “Río de Palabras” el jueves 09 de octubre del 2025.
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Una historia de compromiso
Soledad Nuñez cuenta cómo su vinculación con la realidad social comenzó hace más de 20 años, en una escuela del Bañado Sur, a través de Fe y Alegría Paraguay. Desde entonces, ha caminado barrios, ha militado por los derechos de las personas a una vivienda digna, y ha buscado incidir en políticas públicas más justas desde diversos espacios como el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ingeniería y organizaciones sociales como Un Techo para Mi País.
Su trabajo se centra en una idea fundamental: el derecho a la vivienda como pilar del desarrollo humano. «Tener un hogar no debería ser un lujo», enfatiza.
La vivienda en Asunción: un privilegio para pocos
Uno de los puntos centrales de la charla fue la crítica situación habitacional en Asunción. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística, la capital tiene hoy menos de 500.000 habitantes: 464.185 personas. La cifra revela una realidad preocupante: Asunción está perdiendo población.
Lejos de significar un declive natural, esta disminución responde a un fenómeno de expulsión. La falta de opciones de vivienda accesible, los altos precios del suelo y los alquileres prohibitivos hacen que las personas, especialmente jóvenes y trabajadores de ingresos medios o bajos, deban mudarse a ciudades periféricas, sacrificando tiempo, calidad de vida y acceso a servicios.
«Hoy, con un salario mínimo, una joven no puede vivir en Asunción. Incluso con dos salarios mínimos, es muy difícil encontrar una vivienda digna en alquiler«, afirma Soledad. La ciudad se ha transformado en un espacio excluyente, donde la inversión inmobiliaria se orienta cada vez más a un mercado elitista, como los monoambientes para alquileres temporarios tipo Airbnb, en lugar de soluciones habitacionales estables.
El problema estructural del sobreendeudamiento
A esto se suma el fenómeno del sobreendeudamiento de la población. Muchas familias ya están comprometidas económicamente por gastos básicos como salud, transporte o electrodomésticos. «En Paraguay, el 80% de los hogares tiene ingresos menores a 6 millones de guaraníes. Y si tenés que destinar el 30% de tus ingresos al pago de una cuota, hablamos de un millón ochocientos como máximo. Pero no existen cuotas así, ni alquileres en esas condiciones», explica la ingeniera.
El resultado es un círculo vicioso de exclusión, endeudamiento y deterioro de la calidad de vida.
¿Qué significa planificar una ciudad?
Ante esta crisis, la planificación urbana se vuelve esencial. «Una ciudad es como un ser vivo», dice Soledad. «Es el territorio donde se desarrolla la vida de las personas. Y por eso debe pensarse para facilitar esa vida».
Planificar una ciudad implica definir, por ejemplo, dónde deben ubicarse las viviendas, qué usos tendrá cada barrio (residencial, comercial, industrial), qué servicios estarán disponibles, cómo se moverán las personas, y qué prioridades se establecen: ¿el automóvil o el peatón? ¿la inversión o el bienestar?
Hoy, Asunción presenta múltiples problemas: falta de regulación en los inquilinatos, veredas en mal estado, escaso control del uso del suelo, y un modelo de desarrollo que no incluye a las mayorías. «Es una ciudad bastante agresiva con el peatón«, comenta entre risas nerviosas la entrevistadora, haciendo alusión a los peligros de cruzar el centro de la ciudad.
El concepto de “Ciudad de 15 minutos”
Una de las ideas más innovadoras que se mencionó fue la de la “Ciudad de 15 minutos”: un modelo urbano en el que todos los servicios esenciales —escuelas, centros de salud, mercados, parques— están a no más de 15 minutos a pie o en bicicleta desde el hogar. Este enfoque apunta a reducir la necesidad de desplazamientos largos, mejorar la calidad de vida y hacer las ciudades más sostenibles y humanas.
Para ello, es necesario que las políticas públicas pongan a la gente en el centro del diseño urbano. «No se trata solo de construir edificios. Se trata de construir comunidad, de garantizar derechos, de crear oportunidades», afirma Soledad.
Repensar Asunción desde la inclusión
La conversación con Soledad deja en evidencia una ciudad que ha crecido desordenadamente, donde las decisiones responden más a intereses económicos que a necesidades sociales. Sin embargo, también abre una puerta a la esperanza: con voluntad política, participación ciudadana y planificación urbana centrada en las personas, Asunción puede transformarse en una ciudad más equitativa, accesible y humana.
Como bien dice Soledad, «la indignación hay que convertirla en acción». Y para eso, primero hay que entender lo que está pasando.



