En el corazón del Chaco paraguayo, en la zona del Pantanal, a orillas del río Paraguay y frente al Estado de Mato Grosso do Sul, se encuentra la comunidad ayorea de Carmelo Peralta. Allí, el profesor Óscar Posoraja trabaja desde hace años en la defensa y la transmisión de la identidad cultural de su pueblo. En diálogo con Luis Fernando Ibañez, compartió la experiencia del museo comunitario, los desafíos culturales en la frontera y la situación de los ayoreos no contactados.
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Un museo para rescatar la identidad ayorea

Profesor Óscar Posoraja. Imagen extraida de la película «Apenas el sol» de Arami Ullon.
El Museo del Pueblo Ayoreo nació hace unos cuatro años como una iniciativa educativa y cultural. Su objetivo principal es rescatar los objetos, herramientas y elementos tradicionales del pueblo ayoreo, que cuentan historias sobre la vida en el monte, la caza, la recolección y las costumbres ancestrales.
“El museo busca que los niños y jóvenes conozcan su cultura, que valoricen sus raíces”, explicó el profesor Posoraja. En cada visita, los alumnos aprenden sobre el uso de los objetos tradicionales y el significado que tenían para las generaciones pasadas. El museo no solo está abierto a la comunidad ayorea, sino también a los visitantes y vecinos no indígenas que deseen conocer más sobre esta rica herencia cultural.
Presión cultural en la frontera
Carmelo Peralta se encuentra en una zona de intenso intercambio con Brasil. Esta convivencia entre culturas paraguaya, brasileña e indígena ha generado desafíos para los jóvenes ayoreos, que muchas veces se sienten atraídos por las costumbres y la música del vecino país.
“Los chicos escuchan música brasileña todo el tiempo y se van olvidando de su propia cultura”, lamentó el docente.
A esto se suma una situación particular: durante años, muchas madres ayoreas cruzaban el río para dar a luz en Porto Murtinho, Brasil, lo que derivó en que varios niños fueran registrados como brasileños y accedieran a beneficios sociales de ese país. Esta dinámica, según Posoraja, refleja las tensiones culturales y económicas que viven las comunidades fronterizas.
Educación y cultura: el desafío de fortalecer lo propio
Posoraja, ya jubilado pero aún muy activo en su comunidad, recuerda sus esfuerzos por incorporar la cultura ayorea en la educación. “Conseguimos apoyo para realizar juegos tradicionales y comidas ancestrales, que muestran cómo los ayoreos resistieron en el tiempo”, comentó.
El docente destaca la importancia de incluir contenidos culturales propios en las escuelas, promover el idioma y recuperar prácticas como la siembra de plantas autóctonas o la preparación de alimentos tradicionales, hoy poco conocidos por las nuevas generaciones.
Economía y vida cotidiana
La economía local se basa principalmente en la pesca y la recolección de carnadas vivas para los turistas que llegan desde Brasil. Durante la temporada de pesca, esta actividad se convierte en la principal fuente de ingresos, aunque muchos también trabajan en estancias o recolectan miel y frutos del monte.
Posoraja recordó que, tras el contacto con los misioneros salesianos en 1962, la alimentación y las costumbres fueron cambiando, y hoy los jóvenes ya no se identifican con la comida tradicional. “Sería bueno volver a cultivar las plantas que se usaban antes, para recuperar ese interés”, expresó.
Los ayoreos no contactados y la amenaza al monte
Una de las mayores preocupaciones del profesor Posoraja es la situación de los ayoreos no contactados, grupos que aún habitan en el monte chaqueño.
“Ellos siguen recorriendo su territorio ancestral, buscando agua y alimentos, pero cada vez tienen menos espacio por la deforestación”, advirtió.
El avance del desmonte y los efectos del cambio climático —especialmente las sequías prolongadas— ponen en riesgo la supervivencia de estos pueblos y de la biodiversidad chaqueña, considerada una de las más ricas del país.
El impacto del Corredor Bioceánico
Sobre la construcción del puente entre Carmelo Peralta y Porto Murtinho, parte del Corredor Bioceánico, Posoraja expresó una mezcla de esperanza y preocupación. “Sabemos que traerá beneficios, pero tememos los efectos negativos: la trata de personas, las migraciones y otros problemas que suelen venir con las grandes obras”, señaló. El líder ayoreo destacó la importancia de que se incluyan a las comunidades indígenas en las conversaciones y se promueva una mirada preventiva y sostenible ante estos cambios.
Cuidar el Pantanal y el Alto Paraguay
Carmelo Peralta es conocida como la “puerta del Pantanal”, una región de enorme riqueza natural. Sin embargo, Posoraja advierte que los incendios y la falta de organización para combatirlos amenazan gravemente la biodiversidad.
“Hay que cuidar esta riqueza natural, porque es parte de nuestra vida”, subrayó.
Desde su museo y su labor educativa, Óscar Posoraja representa la resistencia cultural del pueblo ayoreo frente a los cambios del mundo moderno. Entre la frontera, la naturaleza y la historia, la comunidad ayorea de Carmelo Peralta mantiene viva su identidad, recordándonos la importancia de preservar las raíces y respetar la diversidad que habita en el Chaco paraguayo.

“Los chicos escuchan música brasileña todo el tiempo y se van olvidando de su propia cultura”, lamentó el docente.

