En tiempos en que los monocultivos avanzan y la producción agroindustrial domina la mayor parte de la tierra cultivable, un grupo de productoras y productores paraguayos se aferra a la raíz misma de la vida: las semillas nativas y criollas. Lisa Meyer, integrante de la Red de guardianas y guardianes de semillas nativas y criollas de Paraguay – Ñangarekoha, presenta la próxima Feria Nacional de Semillas Nativas y Criollas 2025, que se realizará el 1 de noviembre en la Plaza de la Democracia, en Asunción. Entrevista realizada por Galo Bogarín en el programa “Mientras Tanto”.
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“Sin semillas no hay comida y sin comida no hay vida”, resumió Meyer al invitar a la ciudadanía de Asunción y alrededores a participar del evento, que reunirá a agricultoras y agricultores de todo el país. La feria ofrecerá productos 100% agroecológicos —libres de químicos en todo su proceso de producción— como verduras, batatas, mandioca, porotos, quesos, huevos y carnes de granja. Pero, sobre todo, será un espacio para celebrar y proteger la diversidad de las semillas nativas, consideradas el verdadero patrimonio alimentario del Paraguay.
Producción independiente y soberanía alimentaria
Meyer destacó que la producción agroecológica no es solo una alternativa ambientalmente responsable, sino una forma de independencia económica y política.
“Producir sin depender de insumos externos, sin tener que comprar semillas o agroquímicos, le da al productor soberanía en el momento de la producción”, explicó.
Sin embargo, lamentó la falta de políticas públicas que apoyen al campesinado y al sector indígena, denunciando que los pequeños productores enfrentan trabas para comercializar sus productos. “Muchas veces, mientras nuestros tomates o locotes se pudren en las fincas, se siguen importando esos mismos productos desde otros países”, señaló, en referencia al contrabando y a la importación legal que perjudica a la producción local.
Una red que cuida la vida
La Red de guardianas y guardianes de semillas nativas y criollas de Paraguay – Ñangarekoha, cuyo nombre en guaraní significa “el lugar donde se cuida”, nació durante el gobierno de Fernando Lugo, impulsada por el entonces titular del Senave, Miguel Lovera. Tras el golpe de Estado de 2012, los productores continuaron organizándose “a puro pulmón”, hasta consolidar esta articulación nacional que reúne a guardianas y guardianes de semillas de todo el país.
Meyer subrayó que el trabajo de estos productores es una forma concreta de pedagogía del cuidado, donde se protege el suelo, la semilla, la familia y el modo de vida campesino. “Los productores y las productoras son héroes y heroínas —afirmó— porque su tarea no es fácil. Enfrentan los efectos del cambio climático y la falta de apoyo estatal, pero aun así siguen resistiendo”.
El contraste con otros modelos
Durante la entrevista, Meyer comparó la situación de Paraguay con la de México, país donde está prohibido el cultivo de maíz transgénico. “Allá, el propio Estado protege su maíz nativo. En cambio, aquí seguimos muy lejos de tener ese tipo de políticas públicas”, lamentó.
Alertó además sobre el avance del modelo sojero, mencionando que solo este año se deforestaron cerca de mil hectáreas de yerbales en Itapúa para plantar soja. “Es dramática la situación”, dijo, llamando a una urgente reflexión nacional sobre el uso de la tierra y la soberanía alimentaria.
Alimentos verdaderos para una vida saludable
Meyer también aprovechó el espacio radial para hacer un llamado a los consumidores urbanos: “Así como cuidamos qué combustible le ponemos a nuestros autos, también debemos cuidar el alimento que ponemos en nuestro cuerpo”.
Denunció que la producción con agroquímicos ha empobrecido los suelos y reducido los nutrientes de los alimentos, lo que explica la proliferación de enfermedades y la necesidad de consumir suplementos minerales.
“Una producción agroecológica cuida el suelo como un ser vivo. Cuando le echamos veneno, matamos los microorganismos que permiten que las plantas absorban los nutrientes”, sostuvo.
Una invitación a sembrar esperanza
“Cuando uno consume un tomate agroecológico, puede sentir el sabor real de la vida”, dijo Meyer, recordando que detrás de cada semilla nativa hay historia, cultura y resistencia. “Porque cuidar la semilla —concluyó— es cuidar la vida misma”.



