23 de octubre de 1931: La juventud paraguaya que desafió la inacción y fue silenciada por las balas

El historiador profesor Evert Berni recordó el episodio del 23 de octubre de 1931, que casi un siglo después, sigue resonando con fuerza. Una generación de estudiantes, movidos por el fervor patriótico y las ideas progresistas de su tiempo, salió a las calles de Asunción para exigir al gobierno acción frente al avance boliviano en el Chaco. Lo que comenzó como una manifestación pacífica se transformó en una tragedia: la represión militar dejó varios muertos y decenas de heridos.

23 de octubre de 1931 paraguay

El contexto: fervor patriótico y efervescencia ideológica

El país vivía momentos de tensión. Desde el 7 de septiembre de 1931, con la toma de Samaklay por tropas bolivianas, el sentimiento nacionalista se mezclaba con la indignación popular. En ese clima, los estudiantes —influenciados por las corrientes del anarquismo, el anarcosindicalismo y el socialismo utópico— organizaron asambleas y protestas en defensa de la soberanía y contra la pasividad gubernamental.

“El movimiento estudiantil de aquella época estaba impregnado de ideales revolucionarios, de conciencia social”, explicó Evert Berni. “No solo se trataba de patriotismo, sino también de una visión crítica frente a las injusticias del sistema”.

El día trágico

El 22 de octubre comenzaron las concentraciones. Al día siguiente, cientos de jóvenes marcharon por el centro de Asunción, visitando redacciones de periódicos y reclamando medidas concretas para la defensa del Chaco. La represión fue inmediata.
Según distintas fuentes históricas, las cifras de víctimas varían: Efraín Cardoso habló de seis estudiantes muertos y 32 heridos, mientras Enrique Volta Gaona registró 17 fallecidos. El parte policial de la época informó de 10 estudiantes y un anciano muertos, además de más de cincuenta heridos.

Entre los nombres que quedaron en la memoria, destaca el de Josefina Adelaide Rodi, una joven de apenas 15 o 16 años, abanderada de la Escuela Normal, brutalmente reprimida por oficiales del batallón presidencial. Su valentía simboliza la participación femenina en una historia muchas veces contada solo desde el protagonismo masculino.

Una historia de jóvenes y de ideales

Más allá del episodio sangriento, el 23 de octubre de 1931 refleja el despertar político de una generación. En las aulas del Colegio Nacional y la Escuela Normal se debatían las ideas de Bakunin, Kropotkin y Rafael Barrett; se gestaba un pensamiento crítico que buscaba transformar la realidad nacional.

“Evidentemente, si esos jóvenes salieron a luchar, fue porque tenían ideales”, dijo el profesor. “Había una educación más reflexiva, más libre, algo que hoy añoramos”.

Del pasado al presente

La conversación con el profesor Evert Berni invitó también a reflexionar sobre la educación y la realidad actual del Paraguay. “Tenemos una educación conservadora, una caricatura de lo que debería ser una educación liberadora”, criticó. “Seguimos con la inversión más baja de la región: menos del 2% del PIB, cuando el mínimo recomendado es el 7%”.

Para el docente, los ecos del 23 de octubre aún se sienten en las calles: “Mientras haya pobreza, desigualdad y jóvenes sin oportunidades, la rebeldía estudiantil seguirá siendo el motor de la historia”.

El 23 de octubre de 1931 no solo fue una jornada trágica. Fue también un grito de conciencia, una afirmación de que la juventud paraguaya ha sido —y sigue siendo— protagonista de las luchas por justicia, libertad y dignidad. Aquellos estudiantes cayeron bajo las balas, pero sembraron una semilla que aún germina en las aulas y en las calles.

jueves, 23 de octubre de 2025