El testimonio de María Graciela Sánchez, escritora paraguaya, revela una dolorosa experiencia de violencia policial durante la manifestación pacífica del domingo 28 de septiembre, en Asunción. Tanto ella como su hija resultaron gravemente heridas tras ser atropelladas por una motocicleta del Grupo Lince. Este caso ha generado indignación pública y reabre el debate sobre el uso excesivo de la fuerza por parte de cuerpos especiales de seguridad.
Escuchar la entrevista
María Graciela Sánchez, escritora paraguaya de 67 años, y su hija se encuentran atravesando uno de los momentos más duros de sus vidas. Ambas resultaron heridas tras ser atropelladas por una motocicleta perteneciente al Grupo Lince durante una manifestación pacífica en la capital. La hija de Sánchez continúa internada en el Hospital del Trauma y, según los médicos, deberá someterse a una segunda intervención quirúrgica. El caso ha despertado preocupación y repudio por el uso excesivo de la fuerza por parte de esta unidad policial.
En una entrevista realizada por Radio Fe y Alegría, Sánchez relató los hechos con una mezcla de dolor, firmeza y claridad:
“Estamos bien dentro de todo, pero con las secuelas de lo ocurrido. Mi hija está hospitalizada, tuvo una operación y probablemente tenga otra. Yo también estoy lesionada, no puedo caminar, y aun así debo ir a verla para acompañarla, porque está muy sola. Es muy difícil todo esto.”
Una manifestación pacífica que terminó en violencia
María Graciela asegura que tanto ella como su hija participaron de manera pacífica en una movilización ciudadana y que al momento del ataque ya estaban por retirarse del lugar.
“No estábamos cometiendo actos vandálicos ni nada. Íbamos conversando, caminando, esperando volver a casa. Fue entonces cuando apareció un grupo del Grupo Lince y nos acorralaron contra la pared. Una de las motos vino directamente hacia nosotros y nos atropelló. No hubo auxilio inmediato. Un compañero de la movilización nos llevó como pudo hasta una camioneta policial, que finalmente nos trasladó al Hospital de Barrio Obrero.”
Las secuelas no son solo físicas. Sánchez también describió el trauma emocional que revive al recordar los años de la dictadura de Alfredo Stroessner, época que marcó profundamente su juventud.
“Cuando vi cómo venían los Lince, ya me puse a llorar. Me sentí de nuevo en la dictadura. Viví esa época, la de los años 70 y 80, y sé perfectamente lo que eso implica. Lo que pasó fue una forma de amedrentar a la ciudadanía.”
Un gesto insuficiente y sin garantías
En la entrevista, Sánchez explicó que el comandante del Grupo Lince acudió a su casa para pedir disculpas y entregar un sobre con un millón de guaraníes “a modo de ayuda solidaria”, sin ningún documento que respalde ese acto.
“Fue un gesto, sí, pero no un resarcimiento. No hubo firma, no hubo membrete, nada oficial. Pedimos que nos designen a una persona responsable con quien podamos coordinar los gastos que estamos teniendo. Hasta ahora no recibimos respuesta concreta. Dicen que se harán cargo, pero no sabemos con certeza cómo ni cuándo.”
La escritora adelantó que, en caso de que no haya un cumplimiento claro de las promesas, ya cuenta con un equipo legal que la asesora.
“Nosotras somos víctimas inocentes. No puede ser que tengamos que asumir todos los gastos, las operaciones, la pérdida de clases de mi hija, mi propio trabajo. Si no cumplen, accionaremos legalmente.”
El miedo como herramienta de control
Sánchez lamentó que este tipo de acciones sean utilizadas como una advertencia para desalentar futuras manifestaciones.
“Sí, escuché que esto se hizo como mensaje para que la juventud no se junte más. Para meter miedo. Pero no podemos permitir que vuelva la dictadura. Esa época dejó marcas terribles. Hay generaciones enteras que crecieron con miedo, sin poder hablar, ni pensar. No podemos repetir eso.”
“Escribo para dar voz a los que no la tienen”
Más allá del dolor que está atravesando, Sánchez continúa aferrada a su vocación: escribir. Desde hace años se dedica a plasmar historias reales, muchas veces invisibilizadas.
“Siempre trato de ser la voz de la gente que no tiene voz. Escribo sobre vivencias, biografías, temas difíciles. Tengo libros pendientes. Este país está mal, muy mal. Y lo que nos pasó a nosotras no puede quedar así nomás.”
La entrevista culminó abruptamente cuando María Graciela recibió el llamado del hospital. Su hija la esperaba.
Este testimonio es un llamado de atención. La ciudadanía exige respeto a los derechos humanos, garantías de manifestación pacífica y que se haga justicia en todos los casos de abuso de poder.


